EL DON DE SERVICIO

“Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la múltiple y variada gracia de Dios.” (1 Pedro 4:10) Todos los dones que por gracia hemos recibido deben ser usados para servir a los demás. Los dones que Dios concede en sus distintas formas, son herramientas y recursos muy valiosos que nos ayudan para el buen desempeño del servicio: “Según el don que cada uno recibió de Dios, sirva con él a sus compañeros...” (1 Pedro 4:10) Para servir eficientemente necesitamos los dones del Espíritu Santo, ya que por medio de ellos somos capacitados para hacerlo mejor. Pero no podemos recibir los dones del Espíritu Santo, sin recibir primero “El Don del Espíritu Santo”, es decir el bautismo y/o la llenura del Espíritu. Así como no todos los que dan tienen el don de dar, y no todos los que enseñan tienen el don de enseñar; tampoco todos los que sirven tienen el don del servicio. Pero sería glorioso que todos los que servimos en las diferentes áreas y funciones lo tuviéramos, porque entonces serviríamos dotados de una gracia especial que haría nuestro servicio mucho más agradable. Creo que nos deleitaríamos aún más y seriamos mucho más efectivos. Es por eso que el apóstol Pedro pidió que quienes fueran elegidos para servir en la distribución de los Alimentos para las viudas, estuvieran llenos del Espíritu Santo (Hechos 6:3). Recordemos que el servicio se divide en dos partes: servicio en las mesas y servicio en el altar. La distribución de los alimentos era un servicio en las mesas y cualquiera podría pensar que para servir en las mesas no se necesita estar lleno del Espíritu Santo, sin embargo, Pedro lo consideró necesario. ¿Por qué? Porque los que están llenos del Espíritu Santo tienen el receptor para recibir los demás dones. Pedro consideró que quienes servimos necesitamos los dones del Espíritu para hacerlo bien. Dentro de estos regalos de gracia se encuentra el don del servicio (Romanos 12:6,7). Si bien es cierto, la mayoría servimos a Dios por amor y gratitud. Sin embargo, cuando además de hacerlo así, hay una influencia divina sobre el corazón para hacer las cosas, un don de gracia operando en nosotros, una fuerza sobre humana; el servicio, cualquiera que sea, pasará a otro nivel y para esto necesitamos el poder de Dios. El Señor Jesucristo dijo a sus discípulos, que para recibir poder tenían que ser llenos del Espíritu Santo (Hechos 1:8). La palabra poder se deriva del vocablo griego dunamis (G1411) que significa capacidad, eficacia y fuerza. Los dones son capacidades especiales y específicas que una persona recibe para hacer eficazmente una tarea. Para servir con alegría de corazón y no de mala gana se necesita de la fuerza para el servicio. Esta fuerza acompaña al poder del Espíritu Santo, ese poder nos capacita y nos habilita para el servicio. “Mira, he llamado por nombre a Bezaleel......y lo he llenado del Espíritu de Dios en sabiduría, en inteligencia, en conocimiento y en toda clase de arte, para elaborar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en el labrado de piedras para engaste, y en el tallado de madera; a fin de que trabaje en toda clase de labor. (Éxodo 31:2-5) Bezaleel fue lleno del Espíritu de Dios para servir en la construcción del tabernáculo. Esa llenura le dio habilidades y destrezas para servir con excelencia. El don del servicio es un regalo dado por el Espíritu Santo a quienes se han dejado llenar de Él. Y en la medida de la capacidad espiritual que el don concede, se puede ir creciendo en el servicio. “Entonces el rey mandó a Aspenaz, jefe de sus oficiales, que trajera de los hijos de Israel a algunos de la familia real y de los nobles, jóvenes en quienes no hubiera defecto alguno, de buen parecer, inteligentes en toda rama del saber, dotados de entendimiento y habilidad para discernir y que tuvieran la capacidad para servir...” (Daniel 1:3,4) La Escritura dice: “Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad...” (Mateo 25:15) En este versículo, la palabra capacidad en griego es dunamis, de donde viene la palabra poder; el poder que se manifiesta por el Espíritu. Entonces, Dios nos da responsabilidades a todos los que deseamos servir, pero éstas van a diferir dependiendo de la capacidad que cada uno posea, según la medida del don que recibió del Señor. “...Si alguien presta servicio, sirva conforme al poder que Dios le da...” (1 Pedro 4:11) Dios nos da poder para servir. Ese poder se manifiesta a través de los diferentes dones. En este caso, el don del servicio es el poder que Dios nos concede para servir con sabiduría, habilidad, amor y excelencia. Quien tiene este don servirá a Dios y a la iglesia en cualquier forma de servicio bien equipado, ya que esta gracia le facilitará y ayudará en todo lo que haga. El don del servicio nos ayudará a dar la milla extra, es por medio de este don que uno puede hacer más de lo que se le pide, sin que el servicio se vuelva cargoso. ¡Quiera Dios concedernos este don!

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